La caña de azúcar (Saccharum officinarum) es originaria del Sudeste asiático, desde donde se expandió de manos de los musulmanes hasta la lejana Península Ibérica, y de mano de portugueses (vía Madeira) y castellanos, acabó llegando a Canarias (en 1508 ya se recoge la presencia de azúcar canario en el mercado de Amberes). Los barrancos canarios se empezaron a llenar así de caña de azúcar, cultivo muy demandado que encontró un clima perfecto, reutilizando incluso las acequias y canales de riego aborígenes.
Desde Canarias la caña de azúcar dio también el salto hacia el Nuevo Mundo, junto a la tecnología de sus ingenios y de muchos canarios. Guiniguada fue, precisamente, donde se instalaron algunos de los primeros ingenios azucareros del archipiélago: "El mismo Gobernador Pedro de Vera construyó el ingenio más antiguo de la Isla, movido por agua que se hacía derivar del barranco Guiniguada para el cultivo de sus tierras de la margen derecha de dicho arroyuelo. Casi frontero con él estaba situado el ingenio de su Alférez Mayor, Alonso Jáimez, movido por tracción animal, que competía con el de Vera en cantidad y calidad del azúcar elaborado…" (Antonio Romeu de Armas, Piraterías y ataques navales contra las islas Canarias, 1947, t.1, pág. 276 y sigs.). En 1515 Gran Canaria contabilizaba 25 ingenios, generando grandes réditos y creando una industria que era la principal exportación canaria en el siglo XVI.
De esta vegetación foránea hoy apenas quedan, como testigos mudos, otros cañaverales también alóctonos, como la asiática Arundo donax.
Imagen: Descourtilz, M.E., Flore médicale des Antilles. vol. 7. t. 493 (1829).